jueves, 15 de diciembre de 2005

En busca del Rita Cuba...

Después del opíparo desayuno preparado por nuestra Chef Grisel, sin prisas, esperamos a nuestro nuevo arriero y otro caballo. Grisel decidió no subir esta vez. Acompañadas con 3 soldados (Jefe y subalternos) con rumbo al Rita Cuba Blanco, comenzamos a caminar por un costado de la montaña, casi siempre a orillas del río San Pablín. No hay casi planos, es pendiente todo el tiempo, pero tomándolo con calma se hace placentero, más si tenemos tanto que admirar en el entorno. Íbamos lentas debido a la altitud. Muy pronto la milicia nos dejó atrás, lo mismo que el arriero. Son tan diversos y diferentemente hermosos los escenarios que atravesábamos que no sabíamos que fotografiar primero, uno más bello que el otro. No vimos sino una casita por allí, más nadie...Después de no sé cuantas horas (a menos que sea necesario, no veo el reloj), llegamos al sitio donde montaríamos nuestras carpas.….Piedras y piedras…Aguas corriendo por todos lados en arroyuelos (se me asemejó mucho este terreno al de la cima del tepuy donde está nuestro Salto Ángel). Lucy escogió un buen sitio resguardado por rocas grandes, donde si llovía, como es regla acá, el agua no corriese por debajo de nuestros pies...El arriero se despidió hasta el día siguiente en la tarde...Abrimos nuestras carpas, esta vez una de ellas sería de depósito porque en la otra dormiríamos las tres juntas…A 5.000 metros, el frío sería intenso, pensábamos.
Ahora estamos solas en la montaña, no hay ni un alma, no se oye ni un trino de pájaro…Solas y aisladas…De pronto sentí leves golpes en la cara y el cuerpo, pensé que alguien me lanzaba piedritas, pero no. Era granizo suave que caía , lluvia de piedritas de hielo intermitente por un rato que posteriormente se convirtió en una nevada brillante...Espectáculo sublime, soberbio, que hizo asomar lágrimas en nuestros ojos, la emoción de estar allí, contemplando algo tan puro...Lloré de agradecimiento por tanta belleza, de euforia y felicidad por haberme sido permitido contemplarlo. Esa noche bajó aún más la temperatura, pero lo supimos por el barómetro, pues por fortuna no lo sentimos. Arropadas, juntitas nos dábamos calor, pasamos una noche tranquila.

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