lunes, 19 de diciembre de 2005

El regreso...

En Cúcuta, el domingo 18 fuimos a entregar al DAS en la frontera la visa que nos dieron, como señal de abandonar el país.
Una vez en San Cristóbal y ya en tierra venezolana de nuevo llegamos muy temprano, lo que nos permitió explorar la ciudad de fiesta por el ser el Día del Niño, e invadida por muchos atletas ya que se realizaban los Juegos Nacionales…En la noche y sin problemas tomamos el bus rumbo a Caracas.
Llegamos sin tropiezo alguno a las 6 de la mañana (a El Valle, pero desde allí al Terminal de buses en Parque del Este tardamos 2 horas más)…De nuevo la angustiante ciudad…
Ahora cada una de nosotras* (Lucy se quedó en Mérida donde vive), alegres, animadas y felices retornó a su casa, con una nueva y maravillosa vivencia en su haber.

* Luz Marina Rincón, Marta Martos, Grisel Urdaneta y Edilia C. de Borges.

Nos vemos en la próxima!!!

sábado, 17 de diciembre de 2005

Las Aguas Termales de Güicán!

Luego de una ducha caliente, desayunamos copiosamente las delicias que nuestra Chef preparó...Llegó el Jefe de los soldados, quería saber de nuestra salud, conversamos un rato, desayunó con nosotras y junto con dos subalternos nos ayudaron a guardar el equipaje que esta vez fue trasladado hasta el jeep del dueño de las Cabañas, señor Hernando, quien junto con sus simpática esposa e hija nos llevaron hasta el pueblo de Güicán. Precioso y limpio, como de juguete, para despedirnos luego en las instalaciones de Aguas Termales…
Mucho tiempo disfrutamos de la piscina de esta agua caliente, no mineral, relajando nuestros adoloridos músculos y desentumiéndonos del frío de tantos días...Con cierto pesar al fin salimos del agua pues debíamos tomar el último autobús que nos llevará al Cocuy. Una vez aquí comimos en un restaurant muy nombrado en la zona y de inmediato subimos al transporte con rumbo a Capitanejo, para hacer el mismo trayecto de la venida…

viernes, 16 de diciembre de 2005

Cumbre!!!

Muy temprano nos levantamos. De nuevo la consabida gelatina y galletas, con morral de ataque comenzamos la marcha. La luminosidad de la luna hacía que no necesitáramos la linterna, el entorno era visible claramente. El acercamiento hacia el glaciar del Rita Cuba Blanco ( 5.330 m., máxima altura de la sierra ) esta vez fue más fácil. Se va subiendo por senderos angostos, primero entre plantas, flores y frailejones muy bellos que luego se van tornando en suelo inhóspito y de rocas altas y luego de este trecho largo, nos encontramos con uno de placas de piedra, algunas con dificultad para cruzarlas. Intervalos para hidratarnos y tomar fotografías...Se ve en el ocaso la luna, pequeña luz que avisa el amanecer...Ahora estamos a orillas de una "lengua" del glaciar...Se ve muy grande, muy suave de inclinación...Nos colocamos los implementos para caminar la nieve…Rogamos no encontrar grietas esta vez...La cordada es de tres…Solas….Parecemos desde lejos tres mosquitas sobre una capa de azúcar muy blanca...Una inmensidad nívea…Me da pena dejar mi huella en ese suelo impoluto. A un lado vemos parte del Pico Rita Cuba Negro, dicen los expertos muy difícil de escalar...Vemos allá no tan lejos, nuestra meta la cumbre del Rita Cuba Blanco...Jadeantes y fatigadas por la altura y el esfuerzo, llegamos…Una gloria...Que hermosura de paisajes se presentan ante nuestra vista, no hay viento, el sol espectacular nos da una calurosa bienvenida. Nos sentamos en la nieve...Aún no consigo asimilar lo que he hecho…No lo creo...Con tranquilidad contemplamos esta maravilla. Imponente, un espectáculo de gran magia...Aquí se reune como en una suave dimensión la antigua historia del planeta y el hombre actual. Acá en este momento sublime de nuestra meta alcanzada, disfrutamos de la calidez de la mutua compañía compartiendo la paz y la armonía de la naturaleza. Después de una larga sección de fotografías bajamos al campamento y esperamos a que viniera nuestro arriero a buscarnos. Cayó un fuerte chaparrón de agua y hubo que esperar a que acampara para recoger las cosas. Detrás del arriero que pronto se perdió de vista, nosotras bajamos chapoteando barro, el camino se hizo de pantano, corría agua por doquier confundiendo la senda, ello nos hizo retrasar la marcha llegando muy tarde a la Cabañas, donde Grisel nos esperaba ansiosa y angustiada, y los militares se aprestaban a salir en nuestra búsqueda creyendo que nos había pasado algún mal percance. Era ya de noche, las 7.30...
Un crepitante fuego de chimenea acompañado de una caliente y apetitosa cena nos esperaba, nos quitamos la ropa mojada y luego de cenar nos "zambullimos" en la cama....Ahhh! delicioso...
Personalmente no supe ni como llegué a la mía, de un solo envión me dormí profundamente hasta la mañana siguiente.

jueves, 15 de diciembre de 2005

En busca del Rita Cuba...

Después del opíparo desayuno preparado por nuestra Chef Grisel, sin prisas, esperamos a nuestro nuevo arriero y otro caballo. Grisel decidió no subir esta vez. Acompañadas con 3 soldados (Jefe y subalternos) con rumbo al Rita Cuba Blanco, comenzamos a caminar por un costado de la montaña, casi siempre a orillas del río San Pablín. No hay casi planos, es pendiente todo el tiempo, pero tomándolo con calma se hace placentero, más si tenemos tanto que admirar en el entorno. Íbamos lentas debido a la altitud. Muy pronto la milicia nos dejó atrás, lo mismo que el arriero. Son tan diversos y diferentemente hermosos los escenarios que atravesábamos que no sabíamos que fotografiar primero, uno más bello que el otro. No vimos sino una casita por allí, más nadie...Después de no sé cuantas horas (a menos que sea necesario, no veo el reloj), llegamos al sitio donde montaríamos nuestras carpas.….Piedras y piedras…Aguas corriendo por todos lados en arroyuelos (se me asemejó mucho este terreno al de la cima del tepuy donde está nuestro Salto Ángel). Lucy escogió un buen sitio resguardado por rocas grandes, donde si llovía, como es regla acá, el agua no corriese por debajo de nuestros pies...El arriero se despidió hasta el día siguiente en la tarde...Abrimos nuestras carpas, esta vez una de ellas sería de depósito porque en la otra dormiríamos las tres juntas…A 5.000 metros, el frío sería intenso, pensábamos.
Ahora estamos solas en la montaña, no hay ni un alma, no se oye ni un trino de pájaro…Solas y aisladas…De pronto sentí leves golpes en la cara y el cuerpo, pensé que alguien me lanzaba piedritas, pero no. Era granizo suave que caía , lluvia de piedritas de hielo intermitente por un rato que posteriormente se convirtió en una nevada brillante...Espectáculo sublime, soberbio, que hizo asomar lágrimas en nuestros ojos, la emoción de estar allí, contemplando algo tan puro...Lloré de agradecimiento por tanta belleza, de euforia y felicidad por haberme sido permitido contemplarlo. Esa noche bajó aún más la temperatura, pero lo supimos por el barómetro, pues por fortuna no lo sentimos. Arropadas, juntitas nos dábamos calor, pasamos una noche tranquila.

miércoles, 14 de diciembre de 2005

Kanwara...

Cumpliendo su promesa, Edgar se presentó a las 9 de la mañana. Recogimos nuestros “peroles” montándolos en los caballos. Grisel también pidió un caballo para bajar ella. Desandamos el camino y temprano llegamos de nuevo al “Alto de la Cueva”. Allí nos despedimos de Edgar y de los soldados que tan amable nos trataron. Acá también nos recogió el Sr Antonio Estepa en su jeep Nissan, y nos trasladó por entre tantas versiones de verdes en diferentes paisajes, robustas vacas peludas pastaban imperturbables junto a gordos corderos y nerviosos caballos bebiendo agua en cristalinos arroyos, una escena bucólica típica de los cuentos de Andersen, con un viento frío que nos sonrojaba la cara, hasta el sitio denominado Las Cabañas de Kanwara.
Estas cabañas están ubicadas en un Estadero: “El Cordoncillo” a cinco minutos del poblado Panqueba. Tipo chalet suizo son apenas cuatro (una de ella se quemó hace tiempo y no ha sido restaurada) y la casa grande que funge de restaurant y alojamiento administrativo. Confortables, con 2 pisos y ático, estar, cocina, baño con agua caliente y chimenea en la sala. Es un buen sitio de hospedaje. Camas cómodas, todo el confort que uno agradece después de una larga abstinencia de comodidades. La comida es exquisita. Y los precios solidarios. Situadas en una gran área de colinas, donde corretean a sus anchas los corderos. El aire brillante y transparente. Una belleza natural que invita a que la caminen. Desde cualquier ángulo que una mire distingue el glaciar del Rita Cuba Blanco, el Campanillas y aún el Pan de Azúcar.Fuimos benditas con los días despejados y claros, de sol fuerte y caliente. Nos deleitamos observando la cresta máxima de los Andes Orientales Colombianos.
Esa noche tuvimos una rica cena, con un hirviente tazón de sopa, que en el intervalo de llevar la cuchara del plato a la boca, el líquido se enfriaba. Luego instaladas en nuestras mullidas y calientes camas, dándonos el lujo de tener su habitación cada una y poder “roncar” a nuestras anchas, arrebujadas en las cobijas gruesas de lana, dormimos el sueño “de las justas”.

martes, 13 de diciembre de 2005

Pan de Azúcar...

A las 4 de la madrugada ya estábamos en pie. Lucy nos obsequió con un brebaje de gelatina caliente y galletas que aceptamos golosas. A esa hora no provocaba otra cosa. Con las cosas necesarias en nuestros morrales de ataque y linterna en la frente, friolentas, comenzamos la travesía. Un sendero marcado serpenteaba entre rocas, bastante empinado...Al terminar éste en el filo de la primera colina, doblamos a la derecha para trepar por un trecho de placas lisas pero con mucho agarre, no estaban mojadas y por ende no estaban resbaladizas.Largo...Esto y la subida de la primera cuesta y la altitud, consumieron parte de nuestras energías. De nuevo en la fila de la montaña y doblando a la derecha nos encontramos de seguida con el comienzo del glaciar. Nos colocamos los crampones y demás implementos para caminar por la nieve. La luz del amanecer ya estaba más diáfana. Nuestra guía comenzó dirigiendo nuestra cordada acometiendo hacia la izquierda del glaciar con sumo cuidado y tientos pasos. Sin embargo y de improviso Lucy se encontró sobre una grieta que no se percibía a simple vista..Su pericia y reacción a tiempo, dándonos el alerta, nos permitió saltar en zig-zag. Segunda en la cordada, asustada percibí el ruido sordo del agua bajo mis pies y atisbé en un pestañeo su correr verde y torrentoso. Con el grito de Lucy alertándonos, al unísono vi que el piolet de Grisel al apoyarlo en la nieve se hundía en ella hasta la empuñadura. La rapidez de acción y seguridad de nuestra guía, permitió que en esos momentos de pánico respondiéramos con rapidez, salvando el obstáculo prontamente y sin consecuencias. Ahora bocas abiertas contemplamos una mole de piedra muy alta, una pared de roca sólida, desafiante...Es el Púlpito del Diablo. Se yergue sola a un costado de la cumbre del Pan de Azúcar, la custodia en muda rebeldía...Es imponente... Ya normalizada la respiración, más tranquilas, por otra ruta seguimos subiendo hacia “la barriga” de la montaña, veíamos a nuestra izquierda los cuarterones marrones de las grietas, que también se divisaban hacia la cumbre, por lo que prudentemente cerca ya del “topito” de la misma, no subimos a él. Nos detuvimos en sitio seguro para abrazarnos por el logro y la euforia de alcanzar la cima (estábamos a 5.250 m.s.n.m.), colmar nuestros sentidos con tanta belleza magnificente, tomar fotografías y comer alguito.
Por razones obvias no estuvimos allí mucho tiempo, el sol ya calentaba fuerte y comenzaba a derretirse la nieve. Unas negras nubes acompañadas con densa neblina amenazaban con cubrir la cima pronto. Bajamos al campamento. En él encontramos compañeros colombianos que también pretendían subir la montaña. Esta noche muy animadas con una buena cena preparada por Grisel, "La Chef del Cocuy" y por el logro de nuestro primer objetivo, dormimos placidamente.

lunes, 12 de diciembre de 2005

Iniciando la caminata...


Muy temprano estábamos todas sentadas en la acera frente a la posada, esperábamos al autobús “Lechero”, llegó puntual a las 5.48 a.m., saltando entre pilas de quesos y cántaros grandes con leche recién ordeñada, con un olor muy peculiar en el ambiente, logramos sentarnos en uno de los pocos asientos (el espacio mayor está destinado a la carga). Respetuoso, amable, servicial y risueño el chofer del bus cada tanto lo detenía , para subir pasajeros o bajar leche. Variopinto los pasajeros. Uno llevaba en sus brazos un gallo de pelea, otra una cesta con frutos, las señoras todas con un sombrero pequeño de fieltro en la cabeza y un manto a los hombros, cruzado en el pecho, recordando a las señoras de Bolivia...Subió un grupo de muchachos que también ascenderían la montaña pero por otra ruta (nos acompañarían un trecho cuando camináramos)...Lentamente el bus ascendía la ladera por una carretera angosta y polvorienta. Con visión de paisajes preciosos tocados por una orilla de sol…Llegamos al "Alto de la Cueva" , nos esperaba un arriero y dos caballos fuertes, hermosos y mansos y también nos esperan soldados destacados en la zona. Corteses nos interpelaron y solicitaron nuestros documentos de identidad, tomando y escribiendo nuestros datos, cediéndonos luego el paso con sus buenos deseos…Tienen mucho tiempo por allí ( lo supe hablando yo con algunos de ellos, casi hasta 7 meses sin ver a la familia). Este procedimiento se repetiría una y otra vez por el camino, la zona está militarizada completamente. A veces veíamos su campamento, otras no, pero nos sabíamos observadas. Con nosotras siempre fueron muy amables, respetuosos y solícitos, Cordializamos con ellos. Ayudaron al arriero a montar nuestras cargas en los caballos, nos tomamos fotografías y les obsequiamos con golosinas que en mucho tiempo no han podido saborear. Dejamos a los soldados y comenzamos ahora la caminata. Edgar Arciniegas (el arriero) y sus caballos pronto nos dejaron atrás...Me invitó a subir en uno de los animales y acepté gustosa para facilitarme las tres primeras subidas, pero casi de inmediato me arrepentí, la falta de costumbre y el montar “a pelo” resbalándome continuamente, me hicieron bajar. Sin embargo como el camino ahora era de bajada me fue muy fácil caminar…Sola (sabiendo al arriero adelante y a mis amigas atrás) pronto llegué a un paraje llamado “Hotelito”, es un área escondida entre piedras, hierba corta y arbustos no muy altos, con un manantial escondido de donde sale un pequeño y frío riachuelo . Resguardado del viento es un lugar idóneo para acampar. Estamos en la zona llamada Lagunillas, si se sigue el camino hacia la derecha está la Laguna Pintada, otro sitio muy bello para camping, pero abierto al viento. Junto a Edgar y los caballos esperé un breve tiempo hasta que llegaron mis compañeras. Llegaron y Edgard se despidió con el compromiso de ir a buscarnos a los dos días en el mismo sitio. Nosotras armamos nuestras carpas, curioseamos los alrededores (hay avisos de señalización hacia : Pico Pan de Azúcar, otro El Púlpito -5-007 metros y Recomendaciones para el usuario), cenamos y nos dispusimos a dormir apenas obscureció, cansadas de tantas emociones, además al día siguiente subiríamos al Pico Pan de Azúcar muy temprano. Una esplendorosa luna llena nos iluminó, un frío tolerable. Pudimos descansar muy bien.

domingo, 11 de diciembre de 2005

El pueblo del Cocuy...

Sus habitantes son una mezcla de 3 culturas diferentes: Los Uwa, indígenas originarios, los llaneros y los campesinos de zonas altas. Conviven en feliz y plácida armonía. Un clima ya friolero. Calles aledañas pavimentadas convergen todas en la principal, donde se ubican los comercios y ésta a su vez rodea el corazón del pueblo. La plaza es amplia y despejada de árboles y flores. En una esquina llama la atención una gran maqueta donde con suma habilidad y exactitud se ha reproducido la Sierra Nevada, bastante útil para que el montañista que piensa ir a sus picos pueda darse una idea del terreno a explorar. Una iglesia colonial de una sola torre donde se balancea la broncínea campana que llama a misa.
Nuestra posada se encuentra precisamente a un costado de esta plaza.“Casa Vieja” y vaya que lo es, antiquísima. La regenta un joven matrimonio con un bebé, simples y sencillos que apenas nos saludan e indican la habitación nos dejan solas...Aparte de su construcción antigua descuidada y muchos tiestos con hermosas flores en un patio central, no tiene nada de especial. Digo sí: el agua caliente en la ducha…Pero no importa, para nosotras será sólo un dormitorio ocasional. Nos instalamos en un cuarto grande con cuatro camas. Ese día en el pueblo celebraban una Feria Ganadera, así que curiosas, dejamos nuestras cosas y nos fuimos a recorrer el pueblo, hacer compra de última hora de algunos víveres y solicitar el permiso de entrada al Parque. Por cierto que en las oficinas del PNN, fuimos atendidas muy bien por dos jóvenes encargados. Cancelamos el valor de ingreso al parque ($ 20.000 c/u.). Aturdimos a preguntas a los jóvenes funcionarios, ellos nos facilitaron planos y literatura diversa y hasta nos ofrecieron su colaboración (tienen allí un banco de datos para ello) para conseguir transportes y cualquier otro cosa que nos hiciera falta. Eficientes y cordiales. Pasamos por una calle cerrada en sus extremos con conos plásticos para impedir el paso de vehículos, allí están las instalaciones de la policía local, en una de sus esquinas levantaron una “trinchera” de sacos de yute color verde olivo y rellenos de arena, con una pequeña abertura como puerta a un costado y al frente una ventana con fines de observación. Esto está calculado a los fines de defensa de la Institución, si se diera el caso, que ya lo hubo en el pasado, por parte de guerrilleros. Almorzamos en la “Feria”, instalada en una de las calles, concurrida y con atracciones para niños y jóvenes con puestos de venta diversos. El desfile de ganado ya había pasado. Allí hay unos galpones con diferentes cubículos en donde señoras ofrecían comida casera. Nos sentamos a la mesa de uno de ellos y lamento decir que no pude tomarte el “Mute” (sopa a base de maíz) ni comerme aquella enorme costilla de cordero asada, chorreante de grasa. Me contenté con una bola de masa de maíz rellena con algo, tipo pastelito y algunos dulces y gaseosa...Esa noche estuvimos largo rato en un “Café” instalado en el 2do. piso de una casa enfrente de la plaza. Cálido y acogedor. En la carta se ofrecía “Capuchino”, con el friíto que hacía me provocó y lo pedí:Recibí un humeante tazón de leche caliente, con olor a café y con unos cuantos granos de canela flotando en su superficie…Me imagino que es al estilo “Capuchino-Cocuy”.

viernes, 9 de diciembre de 2005

El recorrido...


9.26 p.m., en un sector de la ciudad de Caracas, tres amigas suben a un cómodo autobús que las llevará en un recorrido de 14 horas hasta la ciudad de San Cristóbal, Edo. Táchira al oeste del país. Allí en el Terminal de Autobuses ya las esperaba Lucy Rincón, otra amiga, experta montañista integrante del Grupo Taz-cupí en Mérida, sería nuestra guía en esta maravillosa aventura. Guardamos nuestros equipajes, desayunamos algo ligero en el mismo Terminal y luego abordamos un taxi y nos trasladanos a la frontera, (Venezuela-Colombia), 30 minutos distante para solicitar allí la Visa Andina que nos permitiría ingresar legalmente a Colombia. Listo el trámite, ingresamos a la ciudad de Cúcuta y fuimos al Terminal de Autobuses, cambiamos dinero de bolívares a pesos, almorzamos por allí mismo (no es prudente alejarse mucho del Terminal). Eran las 4.20 de la tarde y el autobús saldría a las 6 p.m., por ello nos sentamos a esperar que fuese la hora de salida del autobús para trasladarnos a Capitanejo. (Línea Concorde). En un autobús no tan cómodo salimos a las 6 p.m.. y atravesamos los pueblos de Pamplona, Chitagá, Cerrito, Concepción, Málaga, Guacamaya, El Espino y Panqueba, llegando a Capitanejo a las 3 a.m.,(debido a la hora y la obscuridad casi total no pudimos observar casi nada del pueblo). No tuvimos que esperar mucho, de inmediato hicimos traslado a un nuevo transporte de la misma Línea que nos llevaría esta vez hasta el pueblo de El Cocuy. Transitamos por una carretera de tierra, dando tumbos por los baches en ella. Llegamos temprano casi a las 7 a.m.

jueves, 8 de diciembre de 2005

MONTAÑISTAS VENEZOLANAS EN LA SIERRA NEVADA DE COLOMBIA

Un encuentro con la maravillosa naturaleza de la Sierra Nevada de Güicán, El Cocuy y Chita, en el Parque Nacional Natural El Cocuy en Colombia, fue el compromiso que cuatro mujeres venezolanas decidimos asumir en pos de alcanzar las dos cumbres más altas de esta cresta máxima en la Cordillera Oriental.