martes, 13 de diciembre de 2005

Pan de Azúcar...

A las 4 de la madrugada ya estábamos en pie. Lucy nos obsequió con un brebaje de gelatina caliente y galletas que aceptamos golosas. A esa hora no provocaba otra cosa. Con las cosas necesarias en nuestros morrales de ataque y linterna en la frente, friolentas, comenzamos la travesía. Un sendero marcado serpenteaba entre rocas, bastante empinado...Al terminar éste en el filo de la primera colina, doblamos a la derecha para trepar por un trecho de placas lisas pero con mucho agarre, no estaban mojadas y por ende no estaban resbaladizas.Largo...Esto y la subida de la primera cuesta y la altitud, consumieron parte de nuestras energías. De nuevo en la fila de la montaña y doblando a la derecha nos encontramos de seguida con el comienzo del glaciar. Nos colocamos los crampones y demás implementos para caminar por la nieve. La luz del amanecer ya estaba más diáfana. Nuestra guía comenzó dirigiendo nuestra cordada acometiendo hacia la izquierda del glaciar con sumo cuidado y tientos pasos. Sin embargo y de improviso Lucy se encontró sobre una grieta que no se percibía a simple vista..Su pericia y reacción a tiempo, dándonos el alerta, nos permitió saltar en zig-zag. Segunda en la cordada, asustada percibí el ruido sordo del agua bajo mis pies y atisbé en un pestañeo su correr verde y torrentoso. Con el grito de Lucy alertándonos, al unísono vi que el piolet de Grisel al apoyarlo en la nieve se hundía en ella hasta la empuñadura. La rapidez de acción y seguridad de nuestra guía, permitió que en esos momentos de pánico respondiéramos con rapidez, salvando el obstáculo prontamente y sin consecuencias. Ahora bocas abiertas contemplamos una mole de piedra muy alta, una pared de roca sólida, desafiante...Es el Púlpito del Diablo. Se yergue sola a un costado de la cumbre del Pan de Azúcar, la custodia en muda rebeldía...Es imponente... Ya normalizada la respiración, más tranquilas, por otra ruta seguimos subiendo hacia “la barriga” de la montaña, veíamos a nuestra izquierda los cuarterones marrones de las grietas, que también se divisaban hacia la cumbre, por lo que prudentemente cerca ya del “topito” de la misma, no subimos a él. Nos detuvimos en sitio seguro para abrazarnos por el logro y la euforia de alcanzar la cima (estábamos a 5.250 m.s.n.m.), colmar nuestros sentidos con tanta belleza magnificente, tomar fotografías y comer alguito.
Por razones obvias no estuvimos allí mucho tiempo, el sol ya calentaba fuerte y comenzaba a derretirse la nieve. Unas negras nubes acompañadas con densa neblina amenazaban con cubrir la cima pronto. Bajamos al campamento. En él encontramos compañeros colombianos que también pretendían subir la montaña. Esta noche muy animadas con una buena cena preparada por Grisel, "La Chef del Cocuy" y por el logro de nuestro primer objetivo, dormimos placidamente.

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